Las redes sociales que usamos con tan elevada frecuencia y total frenesí tienen muy poco tiempo entre nosotros.
Es un dispositivo conocido pero no por ello eficiente en su uso o consecuencias.
Al parecer es un camino largo, al parecer hacemos parte de su prehistoria.
En el uso que le damos inscribimos un camino, un modo de hacer las cosas en el ecosistema digital. Pero también, ese camino de ida y vuelta en el que insiste la comunicación, nos constituimos como seres de palabras, como seres que afectamos con palabras, como seres afectados por las palabras. Nacemos allí, una y otra vez.
Un acto de voluntad pleno de coraje que permita dirigir la mirada a los malestares actuales en la cultura, a la diferenciación de la expectativa y la realidad, del yo y el otro, del sujeto como actor/actuador de su historia, su futuro y sus repeticiones. Al lugar en el que funda su sentido y dota de sentido los múltiples lugares hacia los que va, yendo.
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